Silencio. Él y ella solos. Un cruce de miradas y una
sonrisa. El desvío de sus ojos hacia su boca. Nuevo cruce de miradas y otra
sonrisa. Él se aproxima mientras ella se muerde el labio. Dos respiraciones
lentas comienzan a agitarse. Un beso suave, y de nuevo se miran sonriendo. Cada
vez se quieren más. Pero siempre hay algo, algún pequeño obstáculo que se
interpone entre ellos. Ella gritaría a los cuatro vientos lo mucho que lo
quiere pero algo no la deja, quizás el miedo a que él le diga que no, o el
miedo a aceptar que sí, que está enamorada.
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